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lunes, 28 de julio de 2008

REFLEXIÓN: UNA HABILIDAD OLVIDADA

Vivimos al ritmo de internet. Sin embargo, lo inmediato, lo rápido y lo espontáneo no es lo propio del ser humano. Para poder elaborar un proyecto de vida y orientar los actos hacia él es necesario detenerse, pensar mientras actuamos y pensar por qué actuamos. Esto es reflexionar, una habilidad que todas las personas pueden desarrollar.

Un joven de 15 años va en la micro, sentado y escuchando música. En una parada se sube un hombre viejo. Si el joven se para y le deja el asiento habrá sido capaz de salir de sí mismo y mirar la situación de manera objetiva: “Yo voy cómodo, pero es a él a quien le corresponde mi asiento”, habrá pensado.

A esto se refiere la llamada habilidad reflexiva y es el arma perfecta para hacer frente al culto a la inmediatez y a seguir los impulsos que existen hoy día y que hacen más difícil tomar decisiones correctas. Porque reflexionar significa pensar sobre nosotros mismos; pensar sobre lo que pensamos y por qué lo pensamos; es evaluar nuestras propias acciones, sus causas y las consecuencias que tienen en mí y en los demás. Y esto no sólo en momentos especiales de quietud o en una hora semanal destinada a ello: la reflexión no es posterior a las acciones, sino que debe ser una actitud permanente que dirija todos los actos del ser humano.


El que quiere, puede

Reflexionar y enseñar a hacerlo suena algo difícil de conseguir y, en realidad, lo es. Sin embargo, se debe tener conciencia de que ser reflexivo no es más que actuar humanamente, es decir, una habilidad que todas las personas, por el hecho de serlo, pueden practicar y convertir en hábito. Los educadores -tanto padres como profesores- deben tener claro que para aumentar las probabilidades de que esto ocurra es importante comenzar a inculcar la reflexión en los niños desde sus primeros años de vida. Esto no significa que para un joven o un adulto sea demasiado tarde para aprender a reflexionar, pues nunca lo es. Pero teniendo en cuenta que los hábitos son conductas adquiridas, mientras antes los forme la persona, más fácilmente los interiorizará y los hará propios, como si siempre los hubiera tenido.
Al elegir, nos elegimos.


Mientras más reflexivos, más humanos

Ser reflexivos tiene innumerables consecuencias positivas que se resumen en que permite trascender de lo inmediato e impulsivo, que es lo que nos acerca a lo animal.
En concreto, esta habilidad incide en cuatro áreas:

· Desarrollo de la identidad: comprendemos mejor quiénes somos y lo que queremos ser.

· Desarrollo de un proyecto de vida: permite fijarse metas y saber postergarse en función de ellas.

· Actuar éticamente: ayuda a hacer congruentes las conductas y modos de actuar con los valores.

· Sociabilidad: quien reflexiona sabe tomar la perspectiva del otro y, por lo tanto, valora y respeta a los demás.